El Valle de Guadalupe no siempre fue el paraíso del vino que conocemos hoy, todo empezó con los misioneros que trajeron las primeras vides, y más tarde, llegaron colonos rusos que, aunque no hacían vino, ayudaron a que la agricultura floreciera.
La primera vinícola comercial fue Santo Tomás, fundada en 1888, y luego L.A. Cetto en los años 20. Pero el verdadero cambio vino en los 80’s y 90’s, cuando se empezó a apostar más por la calidad que por el volumen. Aquí destacan nombres como Monte Xanic, que fue la primera bodega boutique del país, y Hugo D’Acosta, que profesionalizó la industria e impulsó algunos de los proyectos más icónicos.
Desde entonces, el crecimiento ha sido enorme. Pasamos de tener solo unas cuantas vinícolas a más de 150 hoy en día. Lo más interesante es que aquí no hay una denominación de origen estricta como en otras regiones vinícolas del mundo, lo cual ha permitido mucha creatividad: se hacen mezclas originales de diferentes varietales con raíces en Baja Californias.
El enoturismo también explotó. Ahora el Valle ofrece experiencias completas: vino, gastronomía, arquitectura, naturaleza. Y claro, con todo esto, también ha llegado una nueva ola de desarrollo inmobiliario, con hoteles, casas boutique, y proyectos turísticos atractivos para inversionistas.
En resumen, el Valle de Guadalupe es hoy el corazón vinícola de México, con una identidad única, y con mucho potencial tanto turístico como inmobiliario.
Erika Malagón
Asesora de Proyecto de Camino Thompson
Bustamante Realty Group
erika.malagon@brg.mx