El diseño de interiores que promuevan la calma y el optimismo en lugares destinados a la atención médica y el acompañamiento para la salud es algo en lo que cada vez más instituciones y hospitales están invirtiendo. Gracias a la neuroarquitectura, es posible poner algunos de los principios psicológicos de percepción más importantes al servicio de espacios más equilibrados y tranquilizadores para el ser humano.
A diferencia de otras corrientes estrictamente funcionales, la neuroarquitectura pone el bienestar psicoemocional de los usuarios en el centro de los objetivos del diseño e integra elementos cuya única función es crear entornos agradables y experiencias positivas. Esto ofrece múltiples ventajas a los pacientes, pero también a las compañías médicas, ya que ganan competitividad, confianza y fomentan relaciones más cercanas con sus clientes.
¿Qué es la neuroarquitectura y cómo surgió su estudio?
La neuroarquitectura es una rama multidisciplinaria de la arquitectura que se centra en las respuestas cerebrales, fisiológicas y anímicas frente a la calidad sensible de los espacios que habitamos. Dicho de una manera más simple, es la disciplina que estudia cómo nos hacen sentir los elementos de diseño de una habitación o entorno.
Actualmente, la mayoría de las personas pasan el 90% de su tiempo en espacios cerrados, por lo que el tipo de estímulos sensoriales que recibimos en ellos es fundamental en nuestra calidad de vida.
Entender cómo el cerebro reacciona ante estímulos externos como tonalidades, texturas, tipos de luz, elementos naturales, etc, y cómo esto influye en aspectos internos como el hambre, la energía, la atención y la calma, es algo que ha requerido años de investigación científica. Sin embargo, de manera intuitiva siempre hemos sabido que algunos elementos como la luz natural, el aire fresco y las vistas panorámicas mejoran el estado de ánimo.
La neuroarquitectura como disciplina integradora tiene sus orígenes técnicos en la amistad del científico John Salk -quien a mediados de los años cincuenta se encontraba trabajando en la vacuna contra la poliomielitis- y el arquitecto Louis Kahn, uno de los mayores representantes del modernismo del siglo XX.
La historia nos cuenta que, para superar un bloqueo mental que no le permitía avanzar con la vacuna, Salk se retiró algunas semanas a un monasterio italiano de inspiración románica, y que al regresar a su laboratorio y descubrirse a sí mismo mucho más despejado y productivo, analizó junto con Kahn las posibilidades de crear un espacio especialmente diseñado para promover la concentración y la creatividad, lo que dio lugar al Instituto Salk de investigación, que abrió sus puertas en 1965.
Actualmente, la neuroarquitectura cuenta con una gran cantidad de aplicaciones en sectores como salud, hospitalidad, educación, industrial, corporativo, residencial, comercial, etc.
¿Cuál es la relación entre la neuroarquitectura y el diseño de espacios?
La planeación consciente de los espacios puede mejorar la calidad de vida y promover una mayor armonía entre el ser humano y su ambiente circundante. En el diseño arquitectónico basado en la neuroarquitectura, se considera la interacción y la gestalt de elementos como:
Luz natural y artificial: la iluminación adecuada es esencial para regular los ritmos circadianos y mejorar el estado de ánimo. La luz natural está vinculada a la producción de serotonina, un neurotransmisor asociado con la felicidad y el bienestar.
Colores y tonos: los colores suelen tener un impacto profundo en nuestras emociones. Se eligen colores y tonos que se ajusten al propósito del espacio, como tonos suaves para áreas de relajación y colores vivos para espacios creativos. Por ejemplo, el uso de colores fríos y neutros en un área de recuperación da tranquilidad y denota limpieza.
Naturaleza y elementos biofílicos: se ha comprobado que integrar elementos naturales, como plantas, agua, madera y piedra, puede reducir el estrés y aumentar la sensación de calma y el rendimiento cognitivo, especialmente cuando se encuentran en interacción unos con otros.
Acústica: reducir el ruido ambiental o integrar alguna clase de ruido blanco y promueve un ambiente de concentración y sin sobresaltos, lo cual es especialmente importante en entornos de salud y recuperación.
Ergonomía: el mobiliario y la disposición de los espacios deben ser funcionales, pero, al mismo tiempo, aumentar el confort sensorial de las actividades para las cuales están destinados.
Espacios abiertos y vistas panorámicas: el ser humano tiene una tendencia natural a buscar espacios abiertos en donde el ojo pueda ver el horizonte. La disposición de las vistas de un edificio, así como la altura de los techos y el mobiliario minimalista, promueven la sensación de amplitud.
Sustentabilidad: muchas de las prácticas de la neuroarquitectura son compatibles con la sustentabilidad, ya que se prioriza el uso de materiales de bajo impacto y luz natural. Dicho de otra manera, construir un edificio basado en los principios de esta disciplina facilita alcanzar objetivos de sustentabilidad, por ejemplo certificaciones para construcciones sostenibles como LEED, WELL, EDGE, etc.
Aspectos clave y aplicación de la neuroarquitectura en el sector salud
Generar una sensación de seguridad, control y relajación es especialmente importante en entornos de atención médica, donde la tranquilidad puede contribuir a disminuir la ansiedad y a una recuperación más rápida de los pacientes.
La arquitectura hospitalaria implica crear una estructura física que mejore la eficiencia de los procesos médicos. Sin embargo, la implementación de la neuroarquitectura en el diseño de hospitales es aún limitada, ya que la mayoría no están concebidos con la comodidad del paciente en mente, sino más bien para cumplir con la prestación de sus servicios (Castillo, 2022).